Aproximadamente, entre un 10 y un 15% de los pacientes con depresión severa fallecen por suicidio consumado. Entre un 40 y un 70% de los pacientes con depresión tienen pensamientos de suicidio y el 90% de los pacientes que se suicidan tenían un diagnóstico de trastorno mental (depresión en la mayoría de los casos). Los indicadores más graves de suicido son: pensamientos suicidas, desesperanza, sentimientos de culpa, urgencia de cometer el acto y comentarios directos e indirectos acerca del suicidio. 

Estos pensamientos y conductas son particularmente difíciles de manejar en casos de adolescentes con depresión. Cuando un adolescente se hace daño (por ejemplo, cortándose), en la mayoría de los casos el objetivo es aliviar el sufrimiento psicológico y no suicidarse. Es importante que preguntemos y entendamos por qué o con qué intención la persona se hace daño.

Si piensas que uno de tus alumnos podría hacerse daño, es importante que hables de esto para poder evaluar el riesgo y los pasos a seguir. Si es necesario puedes llamar al 112. 

Es importante crear un ambiente cálido y seguro para que el adolescente pueda comentarnos sus problemas y que podamos evaluar el riesgo de suicidio, aunque a veces es difícil evaluar correctamente la gravedad de la situación. A veces, los adolescentes reaccionan impulsivamente y se hacen daño a sí mismos pero esto no implica necesariamente que estén en una situación de riesgo. El riesgo es alto cuando hay una idea y un plan concreto de cómo llevarán adelante la conducta. 

Las siguientes preguntas pueden ser útiles para evaluar el riesgo: